Desde el día 1 de Junio los
mineros de Asturias y León han declarado una Huelga General Indefinida en el
sector carbón y minería. La información nos llega dosificada y con cuentagotas
para fomentar la desinformación y evitar el contagio y las muestras y gestos de
solidaridad, que aún así no han conseguido frenar.
Los recortes, la crisis y las
reconversiones afectan más brutalmente al sector de la minería que a los demás,
pues se trata de uno de los más pobres.
Tradicionalmente, la minería
es uno de los sectores más combativos y ejemplares que nos enseñan lo que es la
dignidad obrera y la resistencia. Cuando te quitan el trabajo, el sustento y
ponen en peligro la comida de los tuyos, hay dos opciones, agachar la cabeza y
resignarse, o luchar.
Se están llevando a cabo
piquetes a diario cortando carreteras, autopistas y líneas ferroviarias que
unen Asturias con Madrid. Los enfrentamientos con la policía y la guardia civil
son continuos.
Asturias está al borde del
colapso y se halla comercialmente aislada. Mientras, los medios de comunicación
y el gobierno esconden estos hechos. Asimismo, varios mineros siguen encerrados
voluntariamente en los pozos como medida de presión.
Ellos no piensan dejar que el
gobierno y los capitalistas suman a toda una región en la miseria.
Pero, ¿por qué luchan los
mineros asturianos y leoneses? Los mineros luchan por las gentes de sus
comarcas, de sus regiones, que como Asturias están muy afectadas por la
situación del sector, por el valor estratégico del carbón, por sus puestos de
trabajo, es decir, luchan por la justicia y con el deseo de corregir una
injusticia histórica.
Hay algunos que se preguntan,
inocentemente, cómo puede ser que los mineros la estén montando otra vez. Se
preguntan a sí mismos el por qué usan la violencia abiertamente contra las
fuerzas de seguridad del estado, o cortan carreteras pudiendo “incomodar” a
otros obreros que van en camino a sus centros de trabajo. En fin, que se
preguntan el por qué recurrir a métodos de lucha que más parecen del siglo XIX
que del actual 2012. Pues bien, cuando los derechos históricamente conseguidos
a través de los años, conseguidos con sangre, sudor y lágrimas, detenciones,
muertes y represión, cuando todo eso que se había conseguido luchando es
arrebatado porque sí, porque le conviene al grupillo de oligarcas de turno,
cuando las condiciones de trabajo y salariales las vuelven a equiparar con
aquellas del siglo XIX, bien propicia que los métodos de lucha para
contrarrestar esta ofensiva capitalista sean métodos de lucha del XIX.
En Asturias, por ejemplo, la
minería lleva funcionando más de cien años, produciendo carbón, y convirtiendo
éste sector en estratégico y necesario para la subsistencia y desarrollo de
este país, imprescindible incluso en los años de la dictadura franquista.
A pesar de ser un sector tan
importante, era vilipendiado. Salarios de miseria, largas jornadas de trabajo,
condiciones infrahumanas con ausencia de la más mínima seguridad, total riesgo
pulvígeno contrayendo la mortal enfermedad de la silicosis. Esta situación
provocó centenares de muertos y lisiados, sólo hay que consultar las estadísticas.
El que tenía la “suerte” de sobrevivir era enviado a casa con una pensión
irrisoria.
A finales de los años 70, y
con la dictadura todavía coleando, algunas de estas condiciones se lograron
mejorar mínimamente, pero no fue sin muchas huelgas, despidos, detenciones,
muertes, represión, encarcelamiento y torturas.
Pero las mejoras que se
pedían eran en particular para los mineros y sus condiciones de trabajo, pero
en general para su entorno, pues a cargo de los mineros había familias, niños y
ancianos, personas y empresas cuya actividad estaba directamente relacionada
con la mina. Por cada puesto de trabajo en mina se generaban dos más indirectos
e inducidos. Sinuosas carreteras que en muchos casos eran antiguos caminos
vecinales un poco reparados y ampliados, el ruido y el polvo impregnándolo todo
día y noche, degradación de los ríos, escombreras por doquier que enrarecían
aun más el deteriorado paisaje, a lo que habría que sumar el “achatarramiento”
de instalaciones abandonadas, pérdida de manantiales a causa de las
explotaciones, etc.…
Las casas, los hogares, eran
construcciones rurales con las típicas carencias de la época, y con la llegada
propiciada por el gobierno de la inmigración, lo que se consiguió es un
chabolismo puro y duro. Cierto es que en las poblaciones donde se asentaba el
comercio y la pequeña industria vinculada a la mina, así como en las barriadas
que eran construidas junto a los pozos, la situación era más sostenible, pero
no en exceso.
Esas carencias se han ido
manteniendo con el tiempo, confirmando la máxima de que sólo necesitan a los
mineros y sus familias para extraer carbón, teniéndoles como algo así como
ciudadanos de segunda. Además, durante la dictadura franquista, en 1967, se
crea la empresa pública HUNOSA con indemnizaciones escandalosamente millonarias
a los empresarios propietarios de las minas, en muchos casos contabilizando
activos por metros cúbicos de aire y que aportaron plantillas de trabajadores
muy recargadas en puestos no productivos constituyéndose en una gran rémora
para la productividad que a lo largo de los años la empresa no logra corregir.
Con las nuevas energías y la
globalización de la actividad económica, así como lo dificultoso de los
yacimientos que graban mucho el coste por tonelada, la minería fue perdiendo la
fuerza de su capacidad abastecedora de energía.
En su día los sindicatos,
conscientes de la nueva situación, pactaron con los distintos gobiernos la
reducción del sector, luchando por mantener una producción estratégica. En el
estado solo tenemos carbón como productor de energía.
En ese pacto se alcanzó el
compromiso para reparar la degradación ambiental que favorezca el hábitat así
como unas buenas comunicaciones y también una imprescindible
reindustrialización para mantener población en las cuencas y que estas no sean
sumergidas en la marginalidad. A día de hoy, la inmensa mayoría de estos
acuerdos entre sindicatos y gobiernos siguen sin cumplirse.
Gobierno tras gobierno van
deshaciendo acuerdos, promesas, van deshaciendo a su antojo derechos
conseguidos históricamente por la clase obrera y por los mineros, y éstos, una
vez más, sufren en sus carnes y en la de sus allegados la represión, la
criminalización y la persecución.
Pero como hemos dicho más
arriba, ante estas injusticias y estas embestidas del capital caníbal, los compañeros
mineros no agachan la cabeza. Nada más lejos de su intención. Su intención no
es ni más ni menos que no permitir que les arrebaten lo que ellos y sus
antepasados consiguieron con tanto esfuerzo, sus derechos a trabajar y vivir
dignamente. En vez de resignarse, convertidos en ejemplo ya no solo para el
resto del estado, sino para la clase obrera internacional, se movilizan,
resisten, y luchan. Porque es su deber como clase obrera. Y el nuestro unirnos
a su grito.
Desde Reconstrucción
Comunista queremos expresar nuestra admiración y solidaridad para con los
mineros, sus familias, y concretamente, con su lucha y sus peticiones. No son
ni más ni menos que las exigencias de la dignidad, del orgullo, del amor
propio, de la nobleza y la grandeza que caracteriza a la clase obrera.
"No hay nada que los
capitalistas teman más que la resistencia unida y con determinación del pueblo
trabajador" Bob Crowe, secretario general de RMT, sindicato de transportes
de Reino Unido.
RECONSTRUCCIÓN COMUNISTA (RC)